Hace algunos años, tuve la oportunidad de ir a misionar (un
movimiento de la religión Católica, en el cual vamos a dar ayuda durante la
semana santa a pueblos más necesitados de la Republica Mexicana), a mi me toco
el estado de Campeche, para ser exactos un pueblo maya llamado Chilam Balam.
Sin duda alguna, ha sido uno de los retos más pesados que he
tenido. Salimos del Distrito Federal a las 9:30 pm de la central camionera TAPO,
el camino fue muy pesado, estuvimos aproximadamente 23 horas en carretera, mas
una hora en la que nos bajaron a consumir alimentos en una plaza cerca de
Campeche.
Estando en la central de Campeche, nos esperaban los del
pueblo correspondiente con camionetas para llevarnos al pueblo indicado. Fueron
2 horas desde la central hasta Chilam Balam.
Al llegar al pueblo, la bienvenida fue agradable ya que la
gente nos esperaba en la capilla, el olor era bastante raro, la zona demasiada
caliente, las personas demasiado humildes. A pesar de esas características la gente
se porto mejor que la que habita de la Ciudad de México, fueron muy amables, te
hacían sentir parte del mismo pueblo y eras muy bien correspondido por cualquier
persona. Lo difícil era al tratar de comunicarte con ellas, ya que la mayoría todavía
habla maya, el español casi no lo entendían y obviamente yo casi no entendía el
maya.
Fue una semana que traté de realizar mis actividades
lo mejor posible, a pesar de la dificultad para comunicarse. Todos los días la
gente se organizaba para recibirnos en su casa donde desayunaríamos, comeríamos
y cenaríamos. Los platillos eran exquisitos a pesar de la humildad.
Los niños te pedían jugar y que les platicaras acerca de
Dios y de la vida en la Ciudad de México, los jóvenes te pedían consejos y nos
explicaban las historias del campo, de las pirámides mayas y de sus
antepasados, los adultos asistían a las platicas y ponían mucho de su parte,
los ancianos trataban de compartir sus experiencias en la vida.
Sin duda alguna fue una experiencia inolvidable, donde aprendí
el valor de la humildad, del respeto a la cultura, de la solidaridad y sobre
todo aprendí más del amor. Ya que en este pueblo, todo lo hacían con amor, era
una ley que sus antepasados tenían, las personas nos decían que la vida sin
amor se convierte en la carga del estrés, del odio y del orgullo, típicas características
que se viven en la Ciudad de México.
No solo en la Ciudad de México, en muchas partes del mundo, encontraras gente de todo.
ResponderBorrarEso si!!! y sabes? no se si has tenido la oportunidad de estar en un lugar como el que trato de platicarles en esta entrada, pero a mi me gusta mas un ambiente como el de Campeche que el de la Ciudad :(
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